para sentirse reflejado al comenzar,
para sentir las agallas de un combate
que tu pluma, la tinta y el papel
van a disputar.
No por escribir se siente,
pero sí por no sentir se escribe.
Tan fiero es el combate,
que en un poema no cabe
el dolor o la sangre
del cercenado corazón
por la batalla sangrante.
Cual capitán de batalla te hayas solo
rodeado del sonido ambiente,
dejando que todo lo demás
recorra a cámara lenta la escena,
mientras tú pereces ante un pedazo de papel
mutilado por las estocadas que asestaste.
Pasa el tiempo y las heridas del blanco
cicatrizan
dejando atrás aquella batalla librada
aquella tristeza enjaulada
ya sólo son manchas.
-que hieren cuando las repasas-