20 de febrero de 2015

He vuelto a escribir a lápiz
y nada es igual que la última vez;
he cambiado la grafía,
he dejado de apretar al escribir
y he cambiado la música de Mago de Oz
por cualquier mierda indie
y música de autor.

He vuelto a escribir a lápiz
y sigo sin saber escribir las mayúsculas;
he cambiado las lágrimas del insomnio
por la sonrisa de tus fotos,
he cambiado la pena de mis putos días
por un Cola Cao para llevar y tres besos,
he cambiado el timón de mi vida
al usar tus bragas como velas
y he dejado de madurar
porque es más divertido 
ver cómo vuelas.

He vuelto a escribir a lápiz
porque he vuelto a esa edad
en la que escribir a boli
es cosa de gente que no sonríe,
de gente que no respira,
de gente que no es gente
porque no sabe vivir.

3 de febrero de 2015

Me gusta saber que estás dormida
para poder enviarte notas de voz
y saber que las vas a escuchar 
mientras tú estás despierta 
y yo dormido;
y poder decirte que te amo,
que te quiero,
que buenos días,
que no son mejores días
porque no voy a despertar a tu lado
o no voy a poder hacerte el desayuno
y llevártelo a la cama,
o no vamos a poder hacernos el desayuno
el uno al otro,
ponerlo en la mesa,
luego solo comernos un par de cosas
-bueno, eso yo, porque a ti te gusta comer un poco de todo-
y que se nos olviden los cereales;
que no podremos hacer el amor
después de desayunar
ni ducharnos,
ni besarnos bajo la ducha,
ni querernos otro poquito,
ni hacer el tonto en la cama
antes de hacerla
y hacerla;
darnos cuenta que no es domingo
sino lunes,
que deberíamos estar en el trabajo
y no haciendo el gilipollas
-que tanto nos gusta-,
y ambos llamamos
y decimos estar enfermos
con mucha fiebre;
se lo creerán
y podemos seguir haciendo el tonto,
y no hacemos la cama
porque la hemos vuelto a deshacer,
y nos tumbamos y te leo a Wilde
y lloras de una forma tan bonita
que resulta hasta una ofensa
llorar después de ver eso;
y me besas y te beso
y me acaricias y te acaricio,
y no nos damos cuenta
pero ya habíamos hecho la cama
para volver a deshacerla de nuevo.

Y no hay mejor religión
que ponerme de rodillas ante ti,
besarte entre los pechos
y sentir tus latidos en mi boca.