2 de diciembre de 2015

Veo a los gorriones
desayunar migajas que un día dejamos;
los veo volar asustadizos
y regresar cobardes
para alimentar sus cuerpos diminutos.

Veo a los gorriones
mirarme a los ojos,
y soy yo el que ve la pena
reflejada en sus pequeñas pupilas.

Ahora soy yo el cobarde
que vuela, dejándoles
tristes migajas con las que alimentarse.

Quizá algún día regrese,
pero siempre demasiado tarde.