17 de agosto de 2012

Por todo...

   ¿Conocéis esa sensación de viajar sin moverte del lugar en el que estás? Por suerte yo sí, suele pasarme al hablar con gente que hace que se emocionen mis sentidos con el correcto uso de la lírica y métrica del más bello poema en una mera charla nocturna a la luz de un teléfono móvil.

   Por muy social que parezca, no lo soy. Suelo disfrutar más de un café a las dos de la madrugada; mientras leo un libro de Miguel Hernández, Neruda o Kafka; que de la compañía de alguna persona. Pero a lo largo de tu vida hay personas que se cruzan en ella y que te dejan con una sensación un tanto extraña. ¿Por qué no la habré conocido antes? ¿Por qué no vive a dos calles de mi? ¿Por qué quiero compartir mi soledad con la suya? 

   No hablo de amor, este es un sentimiento atípico, querer conectar con alguien dejando de lado lo físico; disfrutar de una copa de whisky añejo, solo, en vaso ancho y con tres hielos; "preparar el escenario para poder escuchar esa música que nadie aprecia por escucharla en el momento menos adecuado posible", dejar que las letras y las palabras fluyan desde la boca hasta la yema de los dedos y, de ésta, a la punta del lápiz, el cual la pasará al papel. 

   Saber, sin saberlo, que compartís un sueño que a ti te parecía imposible pero que ella ve tan real como que el Sol calienta, que la mejor cerveza es la rubia y que el tabaco es amargo. Creer que es posible otra existencia dentro de la misma vida, poder dejar de ocultar ese lado que ocultas a la sociedad con el fin de protegerlo y dejar de ser el payaso social en el que te has convertido para poder ser el "poeta de habitación" que verdaderamente quisiste y no te dejaron ser.

...esta copa va por ti.

1 comentario:

  1. Debes saber, que la noche en que nos alumbró la pantalla de nuestros respectivos teléfonos móviles, fue la noche de verano con la mejor iluminación que he tenido. Que no todos los cuchillos han sido creados para cortar, que algunos corazones son más bonitos al Sol y que otros sólo necesitan el escenario perfecto para dejarse ver,

    ya sabes,

    nos debemos una copa con tres hielos,

    pero sobre todo te debo un abrazo y una disculpa por adelantado de pensar que ya no existía gente como tú.

    bendita miopía, dijiste.

    benditos tus ojos, digo yo.



    Mónica Gae.

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