29 de septiembre de 2014

Por ti no rodaron cabezas,
por ti perdí la mía.

La libertad empieza en la rebeldía
de una moral que se cree reina de la verdad.

Tu moral es absolutista,
pero mi corazón es un pueblo
que pide amor a precio justo
y tiene ansia de destronarla
a base de afilados besos en tu cuello.

Mis manos son la cesta
que recoge tu rostro 
cuando este es degollado.

Tú, patria, 
comienzas a ser consciente
de que perteneces al pueblo
que te reclama y late en mi pecho.

La indignación de tu moral
viste de rojo tus desnudos
gritando revolución,
esperándome a mí,
sans-culottes,
para tomar una Bastilla 
que se nos quedará pequeña.

No sé si pasaremos a la historia
o si ésta será cruel con nosotros,
lo que sé es que has marcado un hito,
que has sido mi Revolución Francesa.

15 de septiembre de 2014

Cierro los ojos
y el olor de Londres me invade,
veo macetas con flores en patios
que no existen bajo esa lluvia.

Estiro los brazos
y la humedad de Edimburgo me baña,
mi cuerpo echa de menos
encogerse entre viviendas de judíos.

Mis pies pasean descalzos
en los verdes campos bretones,
a esta paz le falta olor a naranjas
y un monumento que perdió su nombre.

Viajo
y soy dos mitades,
la primera en Córdoba se queda, 
la segunda a Córdoba se lleva.

9 de septiembre de 2014

Ella está perdida.

Cada parte de su cuerpo 
vira hacia un rumbo distinto
dejando su futuro 
a merced de la suerte.

Gira ciento ochenta grados
para ver de dónde viene
y cada uno de sus ojos
le muestra un trayecto diferente.

Le falta destreza en su mano izquierda,
el exceso de confianza de su diestra la traiciona,
ya no mira al frente cuando anda
y su espalda se comba de tanta carga;
tiene en su cabeza un nido de aves carroñeras
y al suelo que pisan sus pies le falta firmeza.

Ella está desolada.

Apenas es nada
y nada de lo que fue
ahora queda.

Hoy llora,
patalea,
se agota
y cae rendida.

Carece de fuerza para levantarse,
en ocasiones hasta parece no querer tenerla;
su cerebro no funciona como debiera,
evita razonar para darse cuenta.

Ella es una puta barata.

Es de todos
y a la vez de nadie;
los que dicen quererla la explotan
y los que dicen odiarla la reclaman.

Se acuestan con ella pidiendo libertad,
eso sí, libertad subjetiva y propia;
basta con disfrutarla hasta cansarse,
dejarla a medias con carreras
y pedirle, después, que sea otra.

Ella sólo quiere ser mujer.

Busca ser libre,
agradar a todos,
ser mimada cuando lo necesite
y no tener que pedir ser escuchada.

Andar descalza sin herirse,
erguirse y mirar al alba
tras una noche de cervezas,
risas y alguna que otra ropa calada.

Busca saberse madre de todos,
sentir desatados en su vientre
millones de corazones.

Ella tan solo es ella,
pero ni tan siquiera eso sabe.