22 de mayo de 2013

  Esta noche no os traigo un poema, os traigo un relato. El cuento de un pequeño nudo en la garganta que aprendió cómo desatarse, nos os hago esperar más...


   Érase una vez un pequeño Nudo en la Garganta -se parecía a esos carraspeos que hacemos al pronunciar alguna letra- que se sentía atado de pies y manos, incapaz de reaccionar ante cualquier problema a causa de estas ataduras. Su vida era monótona y aburrida, a veces tenía algún alto en la oscuridad y era capaz de vislumbrar la luz, pero nunca sabía cómo mantenerla encendida... 

   Un día, de repente, se dio cuenta de que la Tierra llevaba gorro y no uno ¡Muchos gorros! cada día uno diferente que hiciera juego con la estación por la que pasaba, tras observar a la Tierra durante un tiempo se dio cuenta de su melancolía, era Verano y ella seguía pensando en las flores y los insectos de la Primavera, melancólico como ella se decidió a entablar conversación ¿Qué podía perder? Al fin y al cabo nada tenía... Para sorpresa del Nudo en la Garganta la Tierra era más humana de lo que pensaba, muy cercana y viva a pesar de tanta tristeza. Conectaron muy rápido, tanto que las conversaciones entre ambos eran capaz de hacer que los pájaros cantaran y la música tomara forma sin acordes. 

   Pasó un tiempo y la Tierra vino a darle una buena noticia al Nudo en la Garganta: Se había dado cuenta que las estaciones no importaban, había algo presente durante todo el año que ella no había sido capaz de ver hasta ahora, el Mar. Feliz y risueño el Nudo fue a bañarse al Mar para agradecerle, sin que éste lo supiera, la felicidad que había llevado a su querida Tierra. El Mar lo abrazó como si no hubiera día en el que el Nudo no hubiera pasado a su lado, de nuevo la magia hizo de las suyas y conectó con el Nudo algo que jamás hubiera pensado conocer. 

   Una noche, después de todo un lluvioso día al lado de Tierra, Nudo la acompañó a ver a Mar, Nudo estaba nervioso pues era la primera vez que conocería a Mar formalmente. Para su sorpresa, un pequeño Búho de plumas rojizas y un Sombrero ajado pero encantador esperaban junto a Tierra a que Mar llegara, al principio Nudo solo se había fijado en que el Búho se colocaba con cariño el Sombrero de vez en cuando, pero no se atrevía a mediar palabra con ambos. Cuando Nudo parecía dispuesto a ello, el Mar irrumpió con fuerza en la escena, mirando a Nudo a los ojos y pidiéndole un favor que Nudo no podía rechazar.

   Nudo se armó de valor y, sin que él lo notase, las cuerdas que lo ataban ardieron y su nombre dejó de tener sentido pues, lleno con las palabras que Mar no podía pronunciar, le hizo saber a Tierra que los miedos de Mar serían desplazados con tal de tenerla como península en su interior. Tras este acontecimiento, Nudo se notaba extraño, menos frío y triste... ¿Acaso es esto la libertad? Se preguntaba. En efecto, Nudo ya no necesitaba llamarse así, pero no quería olvidar su pasado por lo que, para recordarlo, se hizo llamar Jota ¿Por qué Jota? Sencillo, si pronuncias esa letra con fuerza podrás notar cómo se hace bola en la garganta, igual que un nudo. 

   La moraleja es sencilla: El Mar y la Tierra se necesitan para vivir, los Búhos están más bellos con un Sombrero -y viceversa- y cualquier letra del abecedario es capaz de ser feliz. 

3 comentarios:

  1. ¡! Jota de José como mi hijo, como Julio Cortázar, como Jardiel Poncela, como Jesús.

    Precioso.

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    1. He de decir que me siento tremendamente honrado por este comentario, gracias :)

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  2. Buahhhhhh no lo había leído.
    Maravilla, oye. Me he pasado unos dos minutos pronunciando la letra "J" y forzándola ahí bien en mi garganta.
    Ole, poeta.

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