2 de enero de 2013

   Encontré el remedio a nuestra enfermedad, la cura a esta muerte a la que nos aboca el tiempo, la inmortalidad eterna del sentimiento que no nos deja ser.

   Déjame tocarte con mis palabras, deja que estas manos -fútiles por la distancia- recorran tu cuello con cada sílaba y besen tus labios en cada acento, deja que la métrica abrace tus caderas y que el ritmo marque el paso de tus contracciones.

   Abandónate a mi ser, impreso en esos textos, inhibe tu alma a otra que no sea la mía, ama al poeta como amaste a ese amante que nos contagió.

   Sé en mi como yo sigo siendo en ti.

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