13 de febrero de 2013

   El amor reside en las cosas que parecen pequeñas pero que, a la vez, nos hacen sentirnos diminutos. Para mí eres amor; no por las pequeñas perlas que forman tu mágica sonrisa, ni por contar conmigo para las cosas importantes buscando una opinión sincera y libre de tapujos, ni si quiera por las escasas pero magníficas muestras de cariño que me das a veces, eres amor por aquellas cinco pequeñas uñas de tu mano izquierda que vi en el asiento trasero del coche de Papá y Mamá el primer día que te conocí. Esas uñas, que hoy decoras con maestría y tan bien cuidadas luces, fueron entonces una constelación que hizo que me sintiera tan feliz como diminuto.

   Posiblemente sea el recuerdo, no contado por otra persona, más antiguo en mi memoria. A pesar de tener dieciocho años más en mi cerebro tras ese día, recuerdo perfectamente cómo, al abrir la puerta trasera izquierda del coche, vi a Mamá con el bebé más precioso que he visto hasta la fecha. Recuerdo como me acerqué con cuidado y Mamá me dijo “Mira, es tu hermana.”. Recuerdo como agarraste mi dedo con fuerza, como si intentaras decirme “Estoy aquí, me voy a comer el mundo y quiero que estés cerca de mí.”, aquel fue el primer abrazo que me diste.

   Hoy se cumplen dos novenas desde que naciste, dos parejas de nueve años que han calado fuerte en mi vida. Has estado presente en todos los hechos importantes que han acontecido en ella –consciente e inconscientemente- y con tus enfados me has ayudado a superar baches que creía realmente insalvables. Creo que no existe una palabra en el mundo que merezca ser usada para agradecerte tu llegada a mi vida. Y sí, debería agradecértelo a ti porque, a pesar de que Mamá y Papá te concibieron, creo que fuiste tú la que sabías que necesitaba a alguien así en mi vida. Alguien tan opuesto a mí como parecido.


Feliz cumpleaños. 

2 comentarios:

  1. Las peleas con ella me dan la vida y las cicatrices de sus arañazos humedecen mis lagrimales de alegría.

    ResponderEliminar