3 de abril de 2013

Ven,
tengo guardado para ti
un pequeño rincón en mi cama,
pequeño como tú,
pequeño para poder apretarnos
las ganas.

Ven,
que no te guardo rencores
al fin y al cabo
aprendemos de errores,
bésame y deja que llene
la cama de flores.

Ven,
no me andaré por las ramas
pues mi cuerpo está en llamas
de verte caminar,
sonríe y me bastará
con ver tu felicidad.

Ven,
prepara el salvavidas
entre gemidos iremos a nadar,
bucea, bebe y vive
este es el principio
de nuestro cristal.

En mi empeño no voy a cejar,
me sentaré aquí a mirar
como contoneas tus caderas 
y haces que la tierra se estremezca
pareciendo gemir;
me tumbaré
y le susurraré a tu pelo
que acaricie mis costillas
como sólo él sabe hacerlo;
te desnudaré
abrazaré tu piel 
con cada poro de la mía
dejaré que sean nuestros sudores
quienes follen.

¿A qué esperas?


Ven,
prepara el salvavidas
entre gemidos iremos a nadar,
bucea, bebe y vive
este es el principio
de nuestro cristal.

6 comentarios:

  1. ¨Este es el principio de nuestro cristal¨.
    Me encanta.

    ResponderEliminar
  2. Que cada vez que ella contonea las caderas,
    un huracán pasa por mi cabeza.
    Que cada vez que me pide hacer el amor,
    con un susurro en mi oído,
    yo, joder, tío,
    pierdo el sentido.

    Tu poema es jodidamente sexy.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar