10 de julio de 2012

No se puede controlar, simplemente eso.

   Por mucho que intentemos que algo o alguien siga el sendero que sabes que le hará feliz lo único que puedes terminar haciendo es mirar como intenta atravesar las rocas, los escarpados riscos e incluso, los acantilados más abruptos. 

   Amamos a las personas por lo que son y son lo que son por lo que han vivido ¿Quienes somos nosotros para no dejarles vivir como les dicte su corazón o su conciencia? Por mucho que nos duela ver sufrir a alguien es necesario que lo haga, nadie escarmienta en cabeza ajena, solamente podemos estar ahí para ser su apoyo en los momentos que nos necesiten. 

   Es curioso como nos condiciona el miedo, tanto que llega a alejarnos de cómo somos realmente. He pasado noches en vela, noches en celo y noches en el suelo, pero rara vez había pasado una noche en miedo y no miedo por mi, miedo por la felicidad de los que me importan. 

   ¡Qué fácil sería imitar a los críos y arreglarlo todo con un beso y de corazón!

    Lástima que hayamos perdido la inocencia y la capacidad de ver las cosas con la sencillez que se merecen...

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